Si tuviera que explicarlo sólo con una palabra, sería INDEPENDENCIA. Principalmente me encargo de que cada persona puede adquirir la máxima autonomía posible para no depender de los demás. Valorando las capacidades y eligiendo un enfoque que potencie las habilidades o compensando algunas carencias, favorecemos que el niño pueda valerse por sí mismo en actividades que ocupan su día a día.
Me levanto, me aseo, me visto, desayuno, voy al cole, aprendo, juego, ayudo en casa… a veces la secuencia de algo tan sencillo como comer o vestirnos puede suponer algo complejo ya que tengo que coordinar muchos movimientos, estar atento a lo que sucede, saber el orden y hacerlo en un tiempo concreto. Para ello, detectamos dónde está la dificultad y… ¡empezamos a trabajar!”
Todo ello lo hacemos partiendo de los intereses y motivaciones del niño para lograr un aprendizaje significativo y consolidado, facilitando tanto la adquisición de hábitos y roles propios de la edad como proporcionando una comunicación lo más funcional posible.