En términos más formales, la Logopedia es una profesión sanitaria que se ocupa de la prevención, diagnóstico y tratamiento de todas aquellas alteraciones de la COMUNICACIÓN HUMANA: voz, audición, habla y lenguaje (tanto oral como escrito), así como alteraciones en funciones orofaciales y deglutorias.
La logopedia abarca tantas patologías, que siempre existen especialidades y preferencias. La mía, los niños, y entre ellos, aquellos que no pueden comunicarse o aprender del mismo modo que los demás.
Lo que no debemos olvidar es que, ya sean niños o adultos, no trabajamos con “pacientes”, con “clientes”, con “usuarios”… trabajamos con PERSONAS. Y detrás de ellas hay sentimientos, experiencias, deseos, miedos… que nos llevan, con el tiempo, a establecer un vínculo emocional que va más allá de lo profesional. Y saber que en cierta medida contribuyes, colaboras, ayudas a favorecer su calidad de vida y la de todos aquellos que los rodean, es algo que no puede describirse. Se vive y se siente con mucha intensidad.
Quizás para mí eso es la LOGOPEDIA. Y por ello me apasiona tanto.